De
cómo no fui conejita de Playboy
Desde
que soy pequeña recuerdo que siempre quise con toda el alma 2 cosas: ser
conejita de playboy y encontrar al príncipe azul que me tomaría entre sus
brazos para subirme a su corcel y perdernos por siempre en medio del bosque
donde viviríamos siempre juntos. Nunca hubo una prioridad en los objetivos que tenía
en mi vida: mostrar las tetas al público y encontrar al amor de mi vida. Yo
siempre he querido que me quieran y mucho, que me necesiten con cada fibra de
su alma y de su cuerpo, que no puedan vivir sin mí, ser tan necesaria como el mismísimo
aire…
Nunca
pensé que fuera tan difícil…
Lo
de las tetas al aire siempre se me dio, nunca tuve complejos y la vergüenza,
pena y modestia jamás formaron parte de mi vocabulario o conjunto de valores
morales o inmorales, yo siempre me he vestido por calidad y no por cantidad de
tela: siempre fui y seré mi propio lienzo en el cual puedo pintar desde Picassos
hasta detalles de trozos putrefactos de un lienzo de Cristo crucificado de iglesia
que está lleno de hongos y de recuerdos.
Lo
del amor…
Hace
2 días hablaba con mi mejor amigo y me pregunto: “¿Qué buscas en un hombre?” yo sin
dudarlo le respondí que quería un hombre que jamás se cansara de besarme y que
todos los días me besara con la misma pasión que me dio con el primer beso… también
le dije que quería a alguien que le gustara abrazarme y hacerme reír, sin dejar
al lado, por supuesto un esclavo salvaje amo del sexo y amante de los tacos al
pastor con un coeficiente intelectual lo suficientemente alto para poder
platicar con el sin bostezar o querer cogérmelo para evitar hablar con el…
-Makky, entonces ¡estas buscando una
mujer!, ya te volviste lesbiana- me respondió. Desde ese momento no he dejado
de pensar en todos los tropiezos que he tenido en mi vida para encontrar a
alguien que me quiera mucho como siempre he querido.
Debo de confesar que gran parte de la
culpa de mis fracasos he sido yo, soy un drama viviente, un pedazo de arquitectura
barroca andante llena de claroscuros y contorsiones, soy la María Mercedes de
cualquier telenovela, el sueño de cualquier película de desastres y
fatalidades, soy esa pinche tsunami que llega despacito y se lleva todo a la
chingada.
No soy celosa, no, jamás he sido
insegura de mi misma, lo mío es más interesante: me gusta la atención, la
entrega, la pasión, la locura, la intensidad, cuando algo me gusta quiero eso
todo el tiempo: duro y profundo (no estoy hablando de sexo, bueno también pero
no ahorita)
Si yo me enamoro la demostración más
grande de mi amor es la entrega total de mi cuerpo, alma y mente y convierto al
individuo en cuestión en objeto de adoración y devoción inmediata, lloro de
amor, me convierto en un trozo de cera en cándelo, me derrito…
Soy la ferviente representación de
todo aquello que aterra a los hombres: pasión, entrega, devoción e intensidad…
Nunca me he limitado en mis
sentimientos, si te amo después de conocerte es porque te amo, comienzo a
escribir poemas en las venas de mis brazos y bautizar a los perros, gatos e
hijos que vamos a tener juntos, me busco una canción que me hará pensar en ti y
te escribo mensajes que nunca te envió pero que siempre tengo en la punta de la
lengua por si alguna vez te decides a amarme.
Yo amo como Tita amo a Pedro pero
todos me han amado como Pedro amo a Tita: sin huevos y con hueva.
He buscado las cartas y mails de los
hombres de mi vida y en la mayoría aparece el: “te amo a pesar de cómo eres…” ¡MADRES!
Como si lo suyo fuera caridad todos estuvieron a mi lado sacrificando una parte
de ellos, me amaban a fuerza, a huevo, con asquito, con el me asusta pero me
gusta.
Yo siempre amo tanto que me gusta
masturbare pensando en el amor de mi vida en turno, le ofrezco todos mis
orgasmos y fluidos corporales, le dedico cada centímetro de mi ser y cada pensamiento
de mi día, hasta en el baño me acuerdo mucho de ti…
Con los años aprendí a tranquilizar
mis demonios internos y comportarme mas pendejamente, dejar a un lado los
sentimientos y entregar todo, pero todo de verdad en la cama…
desafortunadamente es casi casi garantía de que si tu pene entro en mi vagina
estuve enamorada de ti ese largo minuto u hora que estuviste a mi lado, adentro
o arriba.
Así soy yo: me entrego, te amo hasta
con los dientes desde el primer momento que te dejo entrar a mi vida.
Tuve de todo en mi vida: ñeros,
fresas, hippies, pendejos, rockeros,
creativos, soñadores, mas pendejos, deportistas, emprendedores, mas pendejos
y finalmente, mientras estaba frente a la playa de Zipolite y veía mis pies en
la arena comprendí que la culpa había sido mía, que me tenía que haber enfocado
en algo mas real como ser conejita de playboy que en encontrar al amor de mi vida…
Porque nadie te ama como quieres que
te amen y nadie ama más allá de sus capacidades de amar y eso nadie lo puede
cambian, ni una vela perpetua a Sam Antonio y una cadena de oración en
Facebook.
Con el tiempo aprendí a amarme más
que a nadie, me sonrió en el espejo, me saco la lengua, me toco las tetas no
tan firmes como antaño pero igual de generosas, aprendí a divertirme con mis
pensamientos y decirlos en voz alta: “tu, eres un pendejo y no tengo miedo de decírtelo”
Hace un mes un ex novio que me dejo
llorando debajo de un árbol me pregunto que si me había hecho mucho daño: le dije
que si, la verdad es que me vale y me valió madre todo el tiempo pero me
divierte la idea de imaginar su ego escalando el pasado y diciéndose a sí
mismo: “la traía muerta”…
No mamen…
Las femmes fatales como yo somos
fascinantes, así como llega el tsunami se va y deja un desmadre y no regresa a
ofrecerte perdón y olvido, yo puedo dejarte de amar el mismo día que empecé a
hacerlo y me vales madre a partir de ese segundo, yo no sufro después de que se
van, ¿para qué?
Los hombres, todos, siempre vuelven
con los años o con el tiempo, son como las palomas de plaza de pueblo: vienen,
te cagan, se van y siempre vuelven a buscar comida.
Ya no se qué carajos quiero decir…
Supongo que lo mío no fue escrito
como guion de capítulo de La Rosa de Guadalupe y el airecito jamás llegara a
traerme a mi príncipe azul y jamás me voy a perder con él al final del arcoíris…
El domingo mi pareja y yo compramos
una pierna de jamón serrano de 7 kilos solo para él y para mí y mientras la comíamos
a mordidas muertos de la risa comprendí que llevo años varada al final del arcoíris
y no me quiero dar cuenta.
Seguiré comiendo jamón por lo menos
otro mes y luego ya veremos…