viernes, 1 de diciembre de 2017


De cómo no fui conejita de Playboy

Desde que soy pequeña recuerdo que siempre quise con toda el alma 2 cosas: ser conejita de playboy y encontrar al príncipe azul que me tomaría entre sus brazos para subirme a su corcel y perdernos por siempre en medio del bosque donde viviríamos siempre juntos. Nunca hubo una prioridad en los objetivos que tenía en mi vida: mostrar las tetas al público y encontrar al amor de mi vida. Yo siempre he querido que me quieran y mucho, que me necesiten con cada fibra de su alma y de su cuerpo, que no puedan vivir sin mí, ser tan necesaria como el mismísimo aire…

 

Nunca pensé que fuera tan difícil…

Lo de las tetas al aire siempre se me dio, nunca tuve complejos y la vergüenza, pena y modestia jamás formaron parte de mi vocabulario o conjunto de valores morales o inmorales, yo siempre me he vestido por calidad y no por cantidad de tela: siempre fui y seré mi propio lienzo en el cual puedo pintar desde Picassos hasta detalles de trozos putrefactos de un lienzo de Cristo crucificado de iglesia que está lleno de hongos y de recuerdos.

 

Lo del amor…

 

Hace 2 días hablaba con mi mejor amigo y me pregunto: “¿Qué buscas en un hombre?” yo sin dudarlo le respondí que quería un hombre que jamás se cansara de besarme y que todos los días me besara con la misma pasión que me dio con el primer beso… también le dije que quería a alguien que le gustara abrazarme y hacerme reír, sin dejar al lado, por supuesto un esclavo salvaje amo del sexo y amante de los tacos al pastor con un coeficiente intelectual lo suficientemente alto para poder platicar con el sin bostezar o querer cogérmelo para evitar hablar con el…

 

-Makky, entonces ¡estas buscando una mujer!, ya te volviste lesbiana- me respondió. Desde ese momento no he dejado de pensar en todos los tropiezos que he tenido en mi vida para encontrar a alguien que me quiera mucho como siempre he querido.

 

Debo de confesar que gran parte de la culpa de mis fracasos he sido yo, soy un drama viviente, un pedazo de arquitectura barroca andante llena de claroscuros y contorsiones, soy la María Mercedes de cualquier telenovela, el sueño de cualquier película de desastres y fatalidades, soy esa pinche tsunami que llega despacito y se lleva todo a la chingada.

 

No soy celosa, no, jamás he sido insegura de mi misma, lo mío es más interesante: me gusta la atención, la entrega, la pasión, la locura, la intensidad, cuando algo me gusta quiero eso todo el tiempo: duro y profundo (no estoy hablando de sexo, bueno también pero no ahorita)

Si yo me enamoro la demostración más grande de mi amor es la entrega total de mi cuerpo, alma y mente y convierto al individuo en cuestión en objeto de adoración y devoción inmediata, lloro de amor, me convierto en un trozo de cera en cándelo, me derrito…

Soy la ferviente representación de todo aquello que aterra a los hombres: pasión, entrega, devoción e intensidad…

Nunca me he limitado en mis sentimientos, si te amo después de conocerte es porque te amo, comienzo a escribir poemas en las venas de mis brazos y bautizar a los perros, gatos e hijos que vamos a tener juntos, me busco una canción que me hará pensar en ti y te escribo mensajes que nunca te envió pero que siempre tengo en la punta de la lengua por si alguna vez te decides a amarme.

Yo amo como Tita amo a Pedro pero todos me han amado como Pedro amo a Tita: sin huevos y con hueva.

He buscado las cartas y mails de los hombres de mi vida y en la mayoría aparece el: “te amo a pesar de cómo eres…” ¡MADRES! Como si lo suyo fuera caridad todos estuvieron a mi lado sacrificando una parte de ellos, me amaban a fuerza, a huevo, con asquito, con el me asusta pero me gusta.

Yo siempre amo tanto que me gusta masturbare pensando en el amor de mi vida en turno, le ofrezco todos mis orgasmos y fluidos corporales, le dedico cada centímetro de mi ser y cada pensamiento de mi día, hasta en el baño me acuerdo mucho de ti…

Con los años aprendí a tranquilizar mis demonios internos y comportarme mas pendejamente, dejar a un lado los sentimientos y entregar todo, pero todo de verdad en la cama… desafortunadamente es casi casi garantía de que si tu pene entro en mi vagina estuve enamorada de ti ese largo minuto u hora que estuviste a mi lado, adentro o arriba.

Así soy yo: me entrego, te amo hasta con los dientes desde el primer momento que te dejo entrar a mi vida.

Tuve de todo en mi vida: ñeros, fresas, hippies, pendejos,  rockeros,  creativos, soñadores, mas pendejos, deportistas, emprendedores, mas pendejos y finalmente, mientras estaba frente a la playa de Zipolite y veía mis pies en la arena comprendí que la culpa había sido mía, que me tenía que haber enfocado en algo mas real como ser conejita de playboy que en encontrar al amor de mi vida…

Porque nadie te ama como quieres que te amen y nadie ama más allá de sus capacidades de amar y eso nadie lo puede cambian, ni una vela perpetua a Sam Antonio y una cadena de oración en Facebook.

Con el tiempo aprendí a amarme más que a nadie, me sonrió en el espejo, me saco la lengua, me toco las tetas no tan firmes como antaño pero igual de generosas, aprendí a divertirme con mis pensamientos y decirlos en voz alta: “tu, eres un pendejo y no tengo miedo de decírtelo”

Hace un mes un ex novio que me dejo llorando debajo de un árbol me pregunto que si me había hecho mucho daño: le dije que si, la verdad es que me vale y me valió madre todo el tiempo pero me divierte la idea de imaginar su ego escalando el pasado y diciéndose a sí mismo: “la traía muerta”…

No mamen…

Las femmes fatales como yo somos fascinantes, así como llega el tsunami se va y deja un desmadre y no regresa a ofrecerte perdón y olvido, yo puedo dejarte de amar el mismo día que empecé a hacerlo y me vales madre a partir de ese segundo, yo no sufro después de que se van, ¿para qué?

Los hombres, todos, siempre vuelven con los años o con el tiempo, son como las palomas de plaza de pueblo: vienen, te cagan, se van y siempre vuelven a buscar comida.

Ya no se qué carajos quiero decir…

Supongo que lo mío no fue escrito como guion de capítulo de La Rosa de Guadalupe y el airecito jamás llegara a traerme a mi príncipe azul y jamás me voy a perder con él al final del arcoíris…

El domingo mi pareja y yo compramos una pierna de jamón serrano de 7 kilos solo para él y para mí y mientras la comíamos a mordidas muertos de la risa comprendí que llevo años varada al final del arcoíris y no me quiero dar cuenta.

Seguiré comiendo jamón por lo menos otro mes y luego ya veremos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Te digo adiós...

Los últimos 4 años de mi vida siempre ha estado él presente, rodeando mi vida, endulzando mi oído y dándole un nuevo rumbo a mi vida. No ha ...