Yo crecí en los 80s en la Colonia
Doctores cuando aun no se sabía que iba a ser famosa por sus ladrones, por su
miseria, por sus peligros, por sus drogadictos y por su mala fama que me obligo
muchas veces a no decir donde vivía. Ya no sé si era por pena o por costumbre,
siempre decía que vivía en La Roma, total 2 calles mas no hacían ninguna
diferencia en el taxímetro pero si en la mente del individuo.
No importa, crecí ahí porque ahí naci,
fui al kínder, primaria y secundaria en la Roma, cuando aun no era el lugar
mamon donde el posón va y aplasta su trasero en sillas de plástico y se sienta
a comer comida “europea” mientras observa la vida como si estuviera sentado en
el Palacio de Versalles.
Entre la Plaza Río de Janeiro, el
parque estadio, la plaza Luis Cabrera y el parque México, en la Condesa pase mi
adolescencia, pervertida, infame y feliz. Después de la muerte de mi padre tuve
que aprender a vivir y crecer sola. Nunca estuve en mi casa… la usaba solo para
dormir, comer, y soñar.
En mi casa no había nadie ni
nada, todos estaban demasiado ocupados con la preocupación del que comer y del día
siguiente, yo jamás he sido así, se olvidaron de mí y yo me olvide de ellos. Hasta
hace unos años nos perdonamos y yo olvide.
En ese periodo de vagancia algo tenía
que hacer, siempre fui demasiado loca e inquieta como pata aplastarme a cortar
las venas así que decidí patinar.
Nunca aprendí a patinar bien, sin
embargo patiné todos los días durante 5 años desde Dr. Vertiz hasta el parque
México, así, sin miedo a que me fueran a robar, asaltar, violar o secuestrar…
Nunca tuve complejos con mi
cuerpo y siempre me vestí muy sin pedos, lo mismo me ponía una minifalda del
tamaño de un cinturón que una camiseta sin bra, total, siempre creí que la
vestimenta definía la personalidad y siempre fui así: valemadrista.
Me ponía una falda pequeña, me
trepaba en mis tenis y volaba hasta la Condesa con mi mochila en la espalda,
siempre me gustaron las bibliotecas, los libros, la mugre y el polvo de los
documentos… tal vez por eso estudie historia.
Varias veces me estampe contra
arboles, semáforos, automóviles, carritos de helado y paredes impertinentes. Aun no puedo respirar y me quedo la nariz un
poco chueca pero por nada del mundo cambiaria esos días donde atravesaba
insurgentes patinando mientras mi cabello volaba al viento…
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